Fuerza, equilibrio, valor y cordura. Son las cuatro palabras clave del mundo 'casteller' repetidas por aquellos que se lían la faja. Para los que los miran, las palabras más adecuados podrían ser emoción, nervios, suspense y alegría. Sin duda, vivir una jornada 'castellera', cualquiera, es un viaje por un mar de sensaciones, y no es extraño que la UNESCO declarara esta actividad tan arraigada en Cataluña Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Somos un país milenario que conserva y vive las fiestas y tradiciones con pasión, y disfrutamos del buen clima mediterráneo, del mar, del paisaje y de las tradiciones con espíritu festivo, alegre y contagioso. Déjalo todo y da la bienvenida a las fiestas mayores más populares y participativas, además de recordar al patrón de la villa, podrás disfrutar de muchos ingredientes: pasacalles, gigantes, cabezudos, trabucaires, música, bailes, diablos y los castillos humanos más espectaculares.

Con más de un centenar de kilómetros de litoral resaltados por el azul del Mediterráneo, es fácil de entender por qué los municipios de Costa Barcelona tienen una relación tan estrecha con el mar. La pesca, el comercio marítimo y la construcción naval presiden los orígenes de muchos pueblos y ciudades del Maresme, el Barcelonès, el Baix Llobregat y el Garraf, unos orígenes que están muy lejos de ser dejados atrás. En esta larga franja de costa, la pesca continúa siendo una de las actividades económicas principales, un hecho que puedes comprobar si te acercas a cualquiera de las lonjas donde se subastan cotidianamente los frutos del mar.