Descubre el Vic del obispo Oliba
Para empezar, la catedral de Sant Pere fue encargada y consagrada el 1038 por el entonces obispo Oliba, uno de los responsables de que el románico tenga en Cataluña la importancia que aún conserva. La catedral mantiene su cripta, colgada, el claustro y un imponente campanario de 46 metros de altura, con siete pisos separados por frisos con decoración lombarda. Pinceladas de gótico, barroco y neoclásico han acabado de darle su aspecto actual con el tiempo.
Muy cerca de la catedral, a poco más de un minuto andando, encontramos los otros dos puntos claves del legado del obispo Oliba en la ciudad: el Museo episcopal y el monumento que le rinde homenaje, ambos ubicados en una plaza de la que no os imagináis el nombre: sí, la plaça del bisbe Oliba.
El museo, fundado en 1851 por el obispo Josep Morgades, recoge obras pictóricas y escultóricas del gótico y un buen conjunto de murales románicos. Además, un espacio de interpretación dentro del mismo museo nos permite llevar a cabo un recorrido audiovisual, interactivo y multimedia por los pasos del abad y obispo Oliba.
La Cataluña del año 1000, según nos muestra el recorrido, cambió mucho gracias a las asambleas de Paz y Tregua de Dios que Oliba impulsó para pacificar la sociedad, proteger a los campesinos y desvalidos y permitir el cultivo de la agricultura y el comercio.
En la plaza, justo delante del Museo, se encuentra el monumento creado por Domènec Fita, que fue instalado a raíz de la conmemoración del Milenario en el año 2002 y muestra una imagen moderna del obispo, en una escultura de acero de líneas rectas y alargadas.
Además de Vic, otras joyas donde el obispo y abad dejó sus huellas y su legado románico son Montserrat, Ripoll, Manresa o Sant Joan de les Abadesses. El camino Oliba conecta estos puntos y nos permite redescubrir sus lugares de paso.